jueves, 8 de noviembre de 2012

El beso (Gustav Klimt)

Este cuadro del artita simbolista Gustav Klimt muestra el amor entre dos amantes. El simbolismo está en el contenido de la obra y es la parte más sugerente. La forma con la que se relacionan las figuras con el fondo que las rodea hace del espacio una atmósfera irreal y misteriosa.
La escena es antinatural; la posición forzada de la pareja, el espacio indefinido, la luz cegadora del dorado que llena el lienzo... Todo esto nos parece extraño porque no nos aclara el significado de lo que vemos, sino todo lo contrario. Nos vemos sumergidos en una escena la interpretación de la cual es completamente abierta, y por lo tanto transmite inquietud.
un beso que parece eterno, un abrazo estrecho, y los ojos cerrados de ella, viviendo intensamente el momento.
Ya no es aquella mujer fatal, con rostro frío y mirada directa, sino una mujer completamente atrapada en los brazos de su querido, arrodillada a orillas de lo que parece un precipicio, mientras él está sobre ella ejerciendo su poder de amante.
Tanto podríamos pensar que se trata de un amor idealizado, en el cual ella se rinde a la pasión de él, como de un amor que peligra, donde la mujer se somete, es vulnerable y por mucho que quiera escapar, está atrapada entre su hombre y el precipicio que hay detrás de ella. Hace falta destacar los detalles simbólicos del lienzo, que pueden ayudar a hacer una interpretación más sólida de la escena. El vestido de él está formado por adornos rectangulares, negros y grises, mientras el de ella tiene círculos de colores. El masculino y el femenino se muestran como elementos complementarios, a la vez que opuestos. Las dos figuras forman un bloque dentro de la composición, una masa dorada donde la única división clara de los cuerpos es el tipo de estampado. Lleno de formas caprichosas y de un contenido sugerente, El beso va más allá de la decoración modernista para adentrarse en un mundo donde es la imaginación del espectador la que cuenta.

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